¡Había que seguir trabajando!

Recuerdo con horror aquellos meses de confinamiento en los que salíamos a trabajar al Centro de Atención de la Mujer cuando no había nadie por la calle, para atender a las mujeres embarazadas y la ginecología preferente.

Los primeros días fueron de mucha incertidumbre y no teníamos de casi nada. Usábamos alcohol, lejía, la misma mascarilla varios días, cualquier cosa para desinfectar y protegernos. Recuerdo que encontramos unas 30 batas de equipos de aislamiento para emergencias y vinieron urgentemente del hospital a recogerlas. Allí las necesitaban más.

Parte de las consultas las hacíamos por teléfono desde nuestras casas, con nuestros ordenadores y recursos, pero siempre hemos seguido trabajando, alternándonos matronas y ginecólogos para evitar contagiarnos todo el equipo. Hemos visto a muchos compañeros y compañeras que han sufrido COVID.

Más delante me dieron la baja por ansiedad, pero no pude tardar mucho en reincorporarme. ¡Había que seguir trabajando!

Siempre he tenido un miedo atroz al contagio. Y sigo igual.